jueves, 17 de octubre de 2013


Haikus, Senryûs y un Tanka


(Escritos en mi último retiro de silencio en alta montaña)






Caen con tristeza

las hojas

en la luz.





Crisálida

del tiempo: nace un reflejo

en el agua…





Amanece: niebla.

El tufo de estrellas

y olas en el árbol.





…tal vez la oruga en su

vergel tenga una vaga

nostalgia de morir.






Nana del viento:

mecidas en su flor de cuna

las avispas.






Dijo el cuervo al

espantapájaros: me alegro

por tu muerte.






Gritan las aves

el silencio compartido

de la nada y el todo.







Un alma gime

en la copa de un árbol

cualquier soledad.






Morir al viento es

como las horas muertas

de un vientre marchito.







Soledad sin tiempo:

hay una memoria en

el gemido del árbol.







De súbito

un halcón me mira

en la lejanía.







Caen desde lo alto

tintineando las hojas

bendiciones de muerte.







Amor. Flor extraña.

Crisálida del eco en

jardines floridos.






Algún vestigio

de este adiós fue un templo

donde entrar a orar.







Desierto: sólo

morir en el vacuo espejo

del amor.






Frutas en el suelo.

Sedas al viento. Aliso

mi cabello allá.






La lluvia cesa

cuando acaso no llora

al cielo herido.







Del silencio es

testigo milagroso

la hoja danzando.







TANKA:


Se acerca la abeja

y olisquea mi Otoño

podrido tal vez

el acento marchito

del tiempo: néctar de Dioses.












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